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La Banda de los Cuatro

Un libro: Espartaco y la rebelión de los gladiadores

Un libro: Espartaco y la rebelión de los gladiadores Los hechos reseñados por la historia como la Guerra de los Esclavos o la Guerra de los Gladiadores sucedieron entre los años 73 y 71 antes de Cristo.



"Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día, es una historia de lucha de clases.
Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes.
En los tiempos históricos nos encontramos a la sociedad dividida casi por doquier en una serie de estamentos, dentro de cada uno de los cuales reina, a su vez, una nueva jerarquía social de grados y posiciones. En la Roma antigua son los patricios, los équites, los plebeyos, los esclavos...."

El Manifiesto Comunista, K. Marx y F. Engels

Arthur Koestler relaizó en esta obra una magnífica versión libre de la revuelta del gladiador Espartaco contra el poder de una Roma preimperial y corrupta. A veces uno tiene la sensación de estar leyendo una Historia de la Revolución Rusa ambientada en época clásica. Se trata, sin lugar a dudas, de un magnífico libro. Un precedente claro de novelas como Q y un magnífico ejemplo de cómo se mueve la historia, qué intereses subyacen en la psique humana y que mecanismos utiliza el poder para perpetuarse. 'Espartaco, la rebelión de los gladiadores' también profundiza en la moral revolucionaria, en dónde se encuentran los límites éticos y lo que sucede cuando se desvirtúa la idea con la conquista del poder y el enfrentamiento con lo que en el siglo XX se llamó la 'realpolitik'.
En definitiva, un libro altamente recomendable para leer en verano.

Aquí se puede encontrar una versión para descargar: http://www.psuc.org/article151.html

Andrei Micu

Ratzinger Z. Puños fuera

Que si un Papa latinoamericano, que si negro, que si del tercer mundo. Que si un papa sensibilizado con los desafíos que la iglesia tiene que afrontar en el siglo veintiuno.
Cábalas y más cábalas sobre papables socialmente preocupados, tanto, tantas suposiciones para confirmar las peores, pero más razonables, premoniciones.
Mil veces nos han repetido en TVE con ese indecente despliegue de un medio público en actos católicos, en un estado aconfesional, la máxima de quien entra papa al conclave sale como cardenal. Repitiendo hasta la saciedad esa frase hecha famosa, el dicho miren ustedes por donde no se ha cumplido, y Ratzinger, como todos pensábamos es el nuevo interlocutor directo con el altísimo.
¿Papa progre?, nada olvídense, si querían ustedes escapar del fundamentalismo católico se han ido derechito hacia él. Que nadie espere revisiones sobre nada, todo queda igual o peor incluso de lo que estaba.
La religión, como el capitalismo, cuando se ve en peligro salta hacia delante, pero involucionando, tomando las posturas más ultras posibles.
Nunca entenderé a la curia, cuanta más necesidad de reformas tiene la iglesia, no lo digo yo, lo dice la inmensa mayoría del catolicismo y cristianismo, más caso omiso hacen.
En fin, a mi no es que me importe, yo soy parte de esos relativistas que Raztinger Z describio como seguidores de modas pasajeras, es decir marxista y ateo.
Y luego se quejarán de como va la iglesia.

Beatriz Kosova

Vidas paralelas

Viendo la estampa del nuevo Benedicto XVI en el bacón de la plaza de San Pedro no pude evitar acordarme de otra figura papal de hace quinientos años. La Historia gusta de simetrías y cinco siglos después de la Contrarreforma, la Iglesia a vuelto a escoger a un representante del ala dura como Sumo Pontífice. El Papa al que me refiero era Giovanni Pietro Caraffa, que pasó a la posteridad con el nombre de Pablo IV. Igual que Ratzinguer, Caraffa fue el máximo representante del organismo que velaba por la pureza de la fé: la Inquisisción. Era un hombre anciano cuando accedió a la vicaría de Cristo en la Tierra, caracterizándose toda su vida por intrigas palaciegas y alta política. Ratzinguer, a su vez, fue el hombre que Juan Pablo II mandó a sofocar la tormenta latinoamericana que representó la Teología de la Liberación. Caraffa, del mismo modo, fue el escogido por el Papa Julio II para hacer frente al poder omnipresente de Carlos V, a la rebelión protestante y a las voces conciliadoras de la Iglesia encarnadas en la figura del cardenal inglés reginal Pole.
Caraffa y Ratzinguer representan una Iglesia incapaz de adaptarse a los tiempos. Una institución que únicamente acepta la reforma sólo cuando ésta es vital para su propia existencia--aunque nunca renunciando al dogma--. Una vez más, ante el signo de los tiempos, el catolicismo opta por la jugada que mejor se le da: el enroque.

Hans Beimler

14 Abril

La verdad, no seré yo quien aporte algo nuevo a lo que significa la conmemoración de esa fecha. Todo o casi todo ha sido escrito ya sobre el periodo repúblicano. Positivos en la mayoría de los casos, demagógicamente negativos los que menos, lo que si es cierto objetivamente es que esa palabra tan vacía llamada libertad, y hoy por hoy aplicable e incluso ejemplificada por los mayores privadores de ella, esa palabra, tan hermosa pero tan horrible dependiendo de la pluma del que la escriba, esa libertad, no fue nunca tan extensa como en el periodo de la II República. Y no simplemente porque la antidemocracia llamada monarquía fuese suplida por la elección de un jefe de estado, no. La educación, la cultura, el trabajo, se intento que fueses dignos, al alcance de toda la sociedad, fuera de élites perennes desde los siglos de los siglos.
Evidentemente, la cultura es denostado por los que proclaman el "viva la muerte, abajo la inteligencia", pero eso ya es otra historia.
Prefiero quedarme hoy, con lo que fue una época de esperanza, de ansiedad por ver que el futuro que muchos soñaron se tornaba presente.
Quíen sabe, quizás dentro de unos años, espero que no demasiados y a quien escribe le de tiempo a verlo, podramos celebrar, en esta u otra fecha, que la segunda no fue más que la antesala de la definitiva, de la tercera.

Beatriz Kosova

Frikiplanet

Algo raro había en aquella serie. No era trigo limpio. Mucha nave espacial y mucha monserga láser pero algo no me cuadraba. Desde chinorro me había atraído aquella tripulación multirracial, aquel tipo con las orejas de punta y tanta aventura estelar por esos universos. No le di mucha importancia hasta hace poco, cosas de críos, ya se sabe.
Hará un par de años estaba viendo la enésima peli de la saga en la que a tripulación del Enterprise D—por si aún no lo habían pillado ustedes estoy hablando de Star Trek—tenía que volver a mediados del siglo XXI para salvar la Tierra de los borg y permitir que el Dr Archer inventara el motor de curvatura—sí, soy un friki, y qué—. Pues resulta que en estas está el capitán Piccard hablándole a una fulana del siglo XXI de su época y se me fundió un fusible en plena conversación. Veamos, el tipo en cuestión le explica que en el siglo XXIV no existen los países tal y como los conocemos ahora, que la Tierra forma parte de una federación de planetas y que en nuestro planeta azul hace tiempo que desterraron la pobreza y la miseria. ¿Cómo? Pues muy sencillo; todo el mundo curraba de lo que le gustaba, aportaba su granito de arena a la sociedad, etc. Lo mejor viene ahora. La señora le pregunta a Piccard por el tema de la viruta, del parné, y este le responde que eso del dinero se quedó anticuado hace muchos siglos y que en su tiempo no hay ni pobres ni ricos.
Yo no sé ustedes, pero yo me quedé de pasta de boniato. Marxismo para frikis, Ciencia Ficción revolucionaria, como mínimo. Pues con el tiempo me dio por investigar algo el tema y descubrí mas cosas. Como por ejemplo que en plenos años 60, cuando los negros no podían sentarse junto con los blancos en los autobuses de EE.UU., cuando en los Estados del sur no se les dejaba votar y existía segregación en practicamente todos los ámbitos de la sociedad, al bueno de Gene Rodemberry le da por poner a una mujer negra como parte fundamental del reparto de Star Trek. Concretamente la comandante—nada más y nada menos—Uhura. Imagínense ustedes el impacto que causó que cuando la actriz que daba vida al personaje de la teniente Uhura, Nichelle Nichols, pensó en abandonar la serie, el propio Martin Luther King la llamó para hablarle de la importancia de su personaje para la dignidad de los afroamericanosy de las mujeres negras en particular. Eso por no hablar del personaje de Pavel Chejov, el piloto de la nave, un ruso bueno en una serie rodada en plena Guerra Fría.
Y para acabar resulta que el productor ejecutivo de Deep Space 9, una de las series del mundo Star Trek y antiguo guionista, se llama Hans Beimler ¿Les suena? Pues es hijo del revolucionario del mismo nombre muerto en la Guerra Civil Española. Me dejo cosas y rumores acerca del equipo de guionistas de Star Trek “The next generation”, una panda de rojos de aquí te espero, pero esa es otra historia.


Hans Beimler

Wojtyla más sombras que luces.

Muerto el Papa, una bandada de unánimes hagiógrafos infinitos sobrevuela todo espacio de opinión habido y por haber de forma implacable. Rindiendo homenaje al sumo pontífice, la alabanza en todo medio oral o escrito se torna unánime. La grandilocuencia de las palabras, el mesianismo y la falta de discurso crítico se vuelve habitual no existiendo el derecho a réplica de ninguna forma, exagerando más si cabe de lo que es habitual el silencio a los que difieren del discurso oficial.

Imágenes entrañables de adolescentes llorando en la Plaza de San Pedro, de millones de debotos fieles temerosos de dios haciendo colas de horas interminables, para ver el cuerpo de Wojtyla o imágenes de sus veintiséis años de papado se suceden una y otra vez, sin descanso posible, a la vez que las curiosidades papales son mostradas y los comentarios uniformes de tertulianos salidos de no se sabe aplaudiendo al gran retrógrado se tornan incesantes. Pero detrás de esas imágenes tan emocionales y las palabras melancólicas de admiradores incondicionales, nada más, ninguna aportación positiva a la mejora de las condiciones de la humanidad. Cero. Será que las luces no son tantas y las sombras son excesivas.
Un papado caracterizado por el apuntalamiento de ultraconservadurismo y una represión constante hacia los sectores más avanzados como la iglesia de base, o la teología de la liberación.

Como buen amante del poder, lo primero que decide Wojtyla es aupar a la cúspide de la curia a sus sectores afines, con el objetivo de que no quede nada al azar en su iglesia. Opus Dei, Legionarios de Cristo o Comunión y Liberación son su punta de lanza, sectores ultraderechistas, negadores de cualquier avance sobre los temas que más quebradero de cabeza dan a la iglesia como el aborto, uso del condón u homosexualidad.
Una vez ciemntada la espina dorsal de lo que será el pontificado, el ataque, la opresión a la disidencia comienza de forma inmediata.
Uno de sus objetivos fue la Iglesia de base, sector católico sensibilizado con problemas como el SIDA en África y partidarios del uso de condón como prevención al virus, por esa razón la Iglesia de base es silenciada de forma casi completa.
Pero especialmente cruel y despiadado fue el ataque a los afines a la teología de la liberación. Excomunión, privazión de autorización para impartir enseñanza, vigilancia permanente u obligación a colgar la sotana, fueron armas con las que el papado reprimio a esta doctrina. Comprometida con la problemática social, avanzada, en confluencia la mayoría de veces con los movimientos revolucionarios latinoamericanos, Wojtyla tomó cartas en el asunto personalmente. Así en 1991, en Brasil el Papa lanza una feroz crítica a los obispos brasileños por haber dedicado una atención casi exclusiva a la cuestión social. Además, días antes, ante los seminaristas de Brasilia, condena explícitamente las desviaciones marxistas de la teología de la liberación, afirmando en 1996 que ésta afortunadamente dejaba de ser un problema para América Latina gracias a la caída del socialismo real.

Enfrentamientos también con las dos grandes escisiones de la iglesia, como protestantes y ortodoxos, han sido una constante. Los protestantes acusan al Papa de promover una disolución de esta rama dentro del catolicismo apoyando un documento en 1996 firmado por el ultraconservador cardenal Ratzinger, un documento en el que considera estas iglesias, como de segunda categoría.

Esta causa mantiene a los ortodoxos en alerta así como la ofensiva en su área de influencia, que ha obligado al máximo responsable de la iglesia ortdoxa a vetar la visita del Papa a Moscú, hecho nunca conseguido por Juan Pablo.

La visita a Moscú era una cuestión personal. Hay que recordar que la tríada neoconservadora la componían él mismo, Margaret Thatcher y Ronald Reagan.
Su visceralidad anticomunista lo lleva en los 80 a la Polonia socialista, entrevistándose con Lech Valessa al que el Papa apoya igual que al mal llamado sindicato contrarrevolucionario Solidaridad con todos los medios a su alcance, o visitando a Pinochet por las mismas fechas, siendo este el primer viaje de un presidente de gobierno o jefe de estado en años a Chile, apoyándo explícitamente al regimen fascista chileno.
Sombras extensas como también la beatificación de Escrivá de Balaguer fundador del Opus Dei o de Pío Nono un papa casi fascista negador de las libertades más básicas del ser humano.
Más sombras que luces que los seguidistas de Wojtyla se dedicarán a ocultar, como los escandalos pedófilos en la iglesia estadounidense que el papa se ha negado a condenar y otras tantas cortinas oscuras que se podrían mencionar.
Muchos lo echarán de menos, yo no.

Beatriz Kosova

Venimos de muy lejos

No vamos a contar nada nuevo. Lo que diremos aquí ya lo han dicho otros antes que nosotros. Venimos de muy lejos, del tiempo en el que el primer hombre alzó su puño cerrado al cielo y se rebeló contra la injusticia. Han habido millones antes que nosotros, y quedarán millones después. Hemos cambiado de nombre, de aspecto y de creencias a lo largo de los siglos, pero seguimos aquí. Muchos han sido los que han intentado silenciarnos, mas siempre hemos estado allí donde un hombre esclavizaba a otro, exigiendo justicia, gritando libertad.
Muchos creen que somos cosa de otro tiempo, que nuestra lucha no tiene ya sentido. En la era del consumo masivo y de la pobreza globalizada algunos creen que ya nada tiene sentido. Pero no hay mayor sinsentido que la mirada de un niño hambriento, y contra eso nos levantamos. No podrán con nosotros porque siempre seguiremos poniéndonos en pie ante ellos. Igual que Espartaco, de quien tomamos el nombre, igual que Thomas Müntzer, igual que los Diggers ingleses, igual que los parisinos de 1789 y que los obreros de San Petersburgo de 1917. Igual que aquellos que atravesaron medio mundo para venir a morir a España defendiendo la libertad. Igual que tantos otros. Y aquí seguiremos en nombre de algo que ni se compra ni se vende. Algo tan importante como la dignidad.

Esperamos vuestra ayuda en este proyecto que empezamos hoy. Salud para todos.

Hans Beimler