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Don Eduardo

A Eduardo le caen los chuzos de punta otra vez, qué novedad, y por parte de los de siempre. Tuvo la osadía de, desde su pequeñísimo púlpito en un diario de tirada nacional, llamar cristofascista a la señora que le eligieron de presidenta regional. Lo matizó desde el inicio como un adjetivo que se usa en algunos medios norteamericanos para calificar a aquellos neoconservadores que se dejan regir por cierto fanatismo religioso y por el autoritarismo en sus actos y declaraciones. Pues a Don Eduardo, a estas alturas de la película, y como si todo un currículum vitae de los que hacen sentirte insignificante no sirviera de nada, desde los medios y voceros liberales le sacan del túnel del tiempo un texto que escribió en 1944 con 20 años, y por obligación, acerca de un tocayo mío que además era primo de un tal Rivera.
Asistiendo una vez más al imperio de la chapuza y la marrullería de algunos, se pasa por alto el importantísimo papel de Eduardo como subdirector de Triunfo durante más de una década. Jugándose el cuello, expuesto a secuestro de publicaciones, difundiendo semana a semana en dos páginas firmadas de su puño y letra un pensamiento político de izquierdas furibundamente antifranquista. Eso no importa para estas épocas de titulares, de declaraciones, de impacto facilón y de crucifica, que algo queda. Algo de lo cual no se escapa cierto programa televisivo de pecadores. Pero no sigamos más. Eduardo sigue siendo la única trinchera de un diario que dirige una persona que, estndo él en sus tiempos Triunfales, ostentaba responsabilidades en los informativos franquistas. Aprovechemos su grieta y disfrutemos de ella.

I Fought The Law

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